La transformación del edificio West Campus Student Union de la Universidad de Duke, en Durham (Carolina del Norte, EE. UU.), realizada por Grimshaw, es uno de los ocho proyectos preseleccionados para el premio AJ100 Building of the Year Award 2017, organizado por el Architect's Journal. El ganador de este premio se anunciará en Londres el 14 de junio. El proyecto de Grimshaw comprende la cuidadosa renovación de un edificio neogótico existente, diseñado a finales de la década de 1920 por Julian Abele, del despacho Horace Trumbauer, y una ampliación, que constituye el núcleo del complejo. Esta pieza central es un atrio de vidrio, acero y aletas de cerámica, fabricado por AGROB BUCHTAL, el especialista alemán en cerámica arquitectónica y elementos de fachada.
West Union contiene instalaciones comunitarias para los estudiantes, el profesorado y los ex alumnos de la Universidad de Duke, con un gran espacio para comer como epicentro social. Este entorno para "comer y reunirse", en la jerga de la universidad, alberga 13 cocinas diferentes y funciona como una versión académica de lujo del patio de comidas que suele encontrarse en los centros comerciales. Este centro social del campus ha sido diseñado por Grimshaw Architects, un estudio internacional fundado por Nicholas Grimshaw en 1980. Este proyecto se diseñó en la oficina de Grimshaw en Nueva York, con la consultoría de fachadas de Front Inc.
La parte más destacada de este amplio proyecto es un atrio transparente que ha sustituido la parte central del edificio original. El vidrio, el acero y la cerámica del atrio se ajustan perfectamente a la escala del edificio existente, que lo abraza en forma de U. Desde el punto de vista arquitectónico, el atrio se aleja por completo del robusto pero elegante diseño neogótico de West Union, que fue el estilo preferido para los edificios universitarios estadounidenses hasta bien entrado el siglo XX. La nueva adición no se asemeja en absoluto al paisaje arquitectónico existente, pero a pesar de su expresión distintiva, consigue integrarse de forma natural.
En lugar de optar por la transparencia total, que habría maximizado el contraste con la masividad neogótica de ladrillo y piedra existente, Grimshaw ha optado por recortarla delicadamente, enmarcando el vidrio en acero y cerámica. Las aletas de cerámica son una parte relativamente pequeña del nuevo edificio, pero juegan un papel especialmente crucial en su efecto global. Desde muchas perspectivas, estas aletas de terracota parecen cerrar los alzados laterales, que sólo se abren completamente cuando se ven de frente. Abierta pero visualmente cerrada, la arquitectura de las fachadas es una acertada metáfora de cómo esta transformación consigue equilibrar lo antiguo y lo nuevo.